La hernia discal canina supone una patología compleja debido a que su tratamiento se puede prolongar en el tiempo y, a menudo, hay recaídas. Una hernia discal en perros se define como un «órgano o parte de él que sale, de forma natural o accidental, fuera de la cavidad que normalmente lo contiene, tiene tratamiento quirúrgico». Te contamos cómo afrontar exitosamente esta condición.
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Causas de la hernia discal en perros

La hernia discal es «el desplazamiento de uno o de los discos intervertebrales que produce rigidez de la columna vertebral y compresión de la médula o de las raíces nerviosas». Sin embargo, ¿Cuáles son las causas en nuestros mejores amigos perros?
- Traumatismos.
- Movimientos bruscos.
- Sobrepeso.
- Estilo de vida sedentario.
Debemos tener en cuenta que la hernia discal es la causa más frecuente de lesión medular en perros.
Síntomas
Por desgracia, para nosotros, nuestros amigos caninos no pueden expresarse verbalmente y esto dificulta bastante la detección de esta enfermedad. Para anticiparnos, debemos conocer los síntomas que son:
- Tiende a bajar la cabeza y curvar la espalda (esto lo hace para aliviar el dolor, pero no siempre lo consigue, por lo que se expresará mediante aullidos o ladridos).
- Sufrir de incontinencia urinaria o fecal es otro de los síntomas comunes.
- La pérdida de sensibilidad en las extremidades (pero es difícil de detectar).
- Dificultad para mantener el equilibrio.
- Parálisis (esto sucede cuando ya está muy avanzada la condición).
Tipos
Hay dos tipos de estas hernias:
- Hansen Tipo I: Esta se define como una degeneración condroide «del núcleo pulposo». Esto provocaría un deterioro del anillo fibroso del disco. Normalmente, hay más prevalencia de esta enfermedad en razas condrodistróficas como el Teckel, el Airedale Terrier o el Caniche entre los 2 y los 6 años de edad. Su causa suele ser un movimiento brusco o una caída.
- Hansen Tipo II: Este tipo consiste en una degeneración fibrosa del núcleo discal. El resultado una protusión que va aumentando. Se suele dar en perros de 5-6 años de edad y la gravedad depende de los grados.
Los grados de la hernia discal son:
- Sin daño neurológico, solo dolor.
- Daño neurológico en estadio I. Difícil moverse.
- Compresión de gravedad. Falta de fuerza en palas traseras.
- Empeoramiento. Incluso parálisis total. Dificultad para retener orina.
- La más grave. Todo lo anterior y pérdida de sensibilidad.
Tratamiento de la hernia discal
Conservador
El tratamiento conservador de hernia discal es el más común y consiste en el diagnóstico a través de resonancia, medidas no quirúrgicas y quirúrgicas según la gravedad, así como rehabilitación. En los casos más leves se le puede poner un arnés, simplemente, mientras que tu perrete requerirá de una silla de ruedas en las situaciones intermedias y graves.
Operación
El tratamiento quirúrgico se puede elegir en los casos de hernia discal a partir del Grado III. En esta operación se extraerá el material discal herniado y se provocará la descompresión medular.
Resulta de vital importancia si tu perro está en el Grado V y tiene una edad avanzada.
Recuperación
Después de la intervención quirúrgica, se requerirá de cuidados tales como la prevención de úlceras por decúbito, la atrofia muscular y las infecciones urinarias, muy comunes después de este tipo de operaciones.
Postoperatorio de la hernia discal en perros
La rehabilitación de esta afección requiere de todas las acciones anteriormente referidas en combinación con los denominados soportes para perros con hernia discal. Estas sujeciones son imprescindibles para que el perro vaya recuperando la movilidad. Los soportes más comunes son:
- Arneses.
- Sillas de ruedas (autoajustables preferiblemente).
- Soporte para carpo.
- Férulas ortopédicas.
- Protectores.
- Bandas de ayuda.
Tras el operatorio no es extraño que nos olvidemos de que nuestro perro aún no se ha recuperado del todo. Así pues, la rehabilitación en casa y la implicación del dueño son fundamentales.
Recaída
Es más común de lo que pudiera parecer que se produzcan recaídas después de la intervención quirúrgica. La extracción de la hernia no garantiza que no se vuelva a salir uno de los discos. La rehabilitación juega un papel crucial a la hora de prevenir nuevas recaídas.
Una recaída puede significar tener que perder a nuestro mejor amigo y, cuando se dan, a menudo implican que la tasa de recuperación será muy baja. Aun así, y aunque Toppercan no avala ninguna terapia no médica que esté puesta en duda, hay ciertas terapias holísticas (consideradas pseudocientíficas) que han dado resultado combinado con tratamiento medicamentoso tradicional. Como siempre, si crees que tu perrete puede tener una hernia discal, lo mejor es que acudas cuanto antes al veterinario. ¡Recuerda que detectar precozmente cualquier enfermedad puede marcar la diferencia!